Yo argumento, yo expongo! (Capítulo 1)



Resumen
: Capítulo 1 ¿Argumentar? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cómo?: PADILLA C., DOUGLAS S. Y LOPEZ E. (2013) Yo argumento: taller de comprensión y producción de textos. Editorial Comunicarte.


La capacidad de argumentar nos caracteriza como seres racionales. Desde el momento en que conseguimos dar razones explícitas (argumentos) de nuestras afirmaciones (tesis o puntos de vista) a los otros, iniciamos el camino de la razón dialógica. 

Existen tres aspectos fundamentales a la hora de comenzar a reflexionar sobre la argumentación. En toda situación argumentativa, no sólo importa aquello sobre lo cual se argumenta (objeto de discusión) sino también quiénes argumentan (interlocutores), con qué intenciones y en qué contextos lo hacen.



Así, también hay distintas posturas comunicativas que podemos asumir cuando hacemos uso de la razón. Al respecto, el destacado filósofo argentino Ricardo Maliandi (1997) habla de razón dialógica, partiendo del supuesto de que razonar implica dialogar (1997:101), en la medida en que involucra dos funciones básicas:

Fundamentación: capacidad de dar “razones”;

Crítica: conciencia de los límites de las “propias razones” y apertura hacia “otras razones .

Mediante la crítica, se da lugar al concepto de conflictividad, que se encuentra en constante tensión con el concepto del consenso. Esto permite plantear tres posturas distintas en un discurso argumentativo:

Postura estratégica: Es una argumentación persuasiva y retórica que implica imponer el punto de vista propio sobre el otro. Quien argumenta no encuentra válida la postura del destinatario.

Postura comunicativa divergente: El argumento busca una solución al desacuerdo, sin embargo, se busca que el acuerdo final beneficie a la opinión propia y no la contraria.

Postura comunicativa convergente: En este caso no se prioriza quién gana y quién pierde, sino que ambas partes se unen para enfrentar un problema, estableciendo una alianza. Cada argumentante solicita y espera los contraargumentos del interlocutor para el avance dialéctico.



Destaca Maliandi:

El diálogo crítico sólo es posible cuando los participantes están, en efecto, dispuesto a modificar, eventualmente, sus propias opiniones, y a subordinar sus propios intereses al acuerdo intersubjetivo. (1997:109)


Maliandi también divide en dos modos defensivos (la liebre y el erizo) y en dos ofensivos (el tigre y la araña) a las argumentaciones inválidas o falacias:

Modo pseudoargumentativo defensivo (la liebre): Evita la confrontación de puntos de vista, deslizándose velozmente a perspectivas distintas.

Modo pseudoargumentativo defensivo (el erizo): Levanta una pared para que nadie desafíe sus puntos de vista.

Modo pseudoargumentativo ofensivo (el tigre): Ve al interlocutor como una presa que debe devorar implacablemente, por lo que el tema de discusión pasa a segundo plano.

Modo pseudoargumentativo ofensivo (la araña): “Envuelve” al oponente con sus argumentos lícitos y falsos disimuladamente, utilizando citas y proverbios.


Maliandi concluye esta analogía, destacando:

La liebre, el erizo, el tigre y la araña llegan con frecuencia a “ganar” discusiones, 

pero muy difícilmente promueven un avance de la razón...


1.2 APORTES DEL PENSAMIENTO CRÍTICO

En las páginas anteriores se explicaba la mirada de la argumentación desde una perspectiva filosófica, sin embargo, hay varias disciplinas que se han ocupado de esta problemática.

Algunos aportes de la psicología cognitiva y de la pedagogía ayudan a reflexionar acerca de la complejidad del hecho argumentativo que sobrepasa lo estrictamente lingüístico. Por ejemplo, el pensamiento crítico (critical thinking), un movimiento que fue cuestionado desde distintas posiciones teóricas, pero que revolucionó notablemente en sus planteos y metodologías.


LAS VIRTUDES INTELECTUALES


Dentro del concepto del pensamiento crítico hay una serie de rasgos mentales denominados virtudes intelectuales que transforman el pensamiento egocéntrico y parcial en un pensamiento amplio e imparcial:

Independencia intelectual: disposición y compromiso para el pensamiento autónomo.

Curiosidad intelectual: disposición para preguntarse acerca del mundo y buscar explicaciones sobre este.

Coraje intelectual: conciencia de la necesidad de reflexionar sobre puntos de vista hacia los cuales tenemos fuertes emociones negativas.

Humildad intelectual: reconocer los límites de nuestro conocimiento y considerar posturas distintas a las nuestras.

Empatía intelectual: ponernos imaginativamente en el lugar de los demás para intentar 

entender sus puntos de vista.

Integridad intelectual: reconocimiento de las necesidad de ser veraces y consistentes; exigirnos la misma rigurosidad y prueba que pedimos a nuestros antagonistas; practicar lo que defendemos; admitir honestamente las discrepancias entre nuestros pensamientos y acciones.

Confianza en la razón: confianza en que aprenderemos a pensar por nosotros mismos y a encontrar soluciones a partir del diálogo.

Imparcialidad: conciencia de la necesidad de considerar todos los puntos de vista sobre 

un problema.


1-3 APORTES DE LAS TEORÍAS DE LA ARGUMENTACIÓN


Muchos autores han aportado a la perspectiva de la argumentación y su teoría. Teniendo en cuenta a los autores que serán mencionados, se pueden ver dos modos de abordaje del fenómeno argumentativo:

La perspectiva retórica (Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1958): Considera la argumentación como una operación discursiva a través de la cual un sujeto intenta convencer a otro de tener su punto de vista mediante la utilización de argumentos y razones.

La perspectiva pragma-dialéctica (Van Eemeren et al., 2002, 2006): Considera la argumentación una discusión crítica que tiene como propósito contribuir a la resolución de una diferencia de opinión.


En relación con estos enfoques, los estudios más recientes ponen de manifiesto cuatro cuestiones importantes para el avance de las teorizaciones:

• El intento de acercamiento entre perspectivas retóricas y dialécticas.

• El énfasis en la consideración de la argumentación desde una perspectiva interaccional.

• La necesidad de dar cuenta de los factores emocionales, inherentes de la discusión argumentativa.

• La conveniencia de articular los estudios de argumentación con las diferentes líneas de análisis del discurso.


PERSPECTIVA RETÓRICA


Una argumentación es una interacción por medio de la cual un sujeto trata de cambiar algo en el orden de las ideas o las opiniones de los demás, mediante el uso de las palabras, lo cual implica poner el acento en el aspecto discursivo, verbal. Esto marca la diferencia con la acción física (la violencia), que es el límite de toda argumentación. Para que exista argumentación, tiene que existir un campo problemático o un tema respecto del cual se dan puntos de vista diferentes, o por lo menos dos tesis antagónicas.


La argumentación es una operación discursiva, a través de la cual un sujeto trata por medio de su discurso de provocar (aumentar, reforzar), razonadamente, la adhesión de otro (cambiar o influir en su postura o en su comportamiento) a una tesis u opinión. (Alvarez, 1996)


Un sujeto enunciador trata de influir sobre las opiniones de un destinatario por medio de su discurso. Si alguien intenta esto, es porque estima que esa persona es sensible a las razones. Sin embargo, conviene distinguir:

Una argumentación basada en el razonamiento: como en el caso de la argumentación científica, en la cual las diversas tesis y argumentos que las apoyan son planteados abiertamente por el argumentador para convencer a los destinatarios.

Una argumentación persuasiva: tiene el objetivo de persuadir al destinatario para que compre tal o cual producto, para que vote a tal o cual partido o para que adhiera a determinada ideología. Se da por ejemplo, en los avisos publicitarios, en la propaganda político o en el discurso político en general.


PERSPECTIVA PRAGMA-DIALÉCTICA


La argumentación es vista como una discusión crítica entre dos o más interlocutores que buscan resolver una diferencia de opinión o una disputa. La Pragma-dialéctica se enfoca en cómo los interlocutores pueden resolver sus desacuerdos a través de una discusión crítica y respetando ciertas reglas. Para ello, esta teoría postula diez reglas para el desarrollo de una discusión crítica, junto con las violaciones más frecuentes que constituyen una reinterpretación de las falacias tradicionales, a la luz de parámetros lógicos, pragmáticos y éticos.

Esta teoría entonces busca encontrar un equilibrio entre una perspectiva normativa y una descriptiva. Partiendo de que la argumentación cotidiana está atravesada por múltiples factores subjetivos (emociones, creencias, pasiones, etc.), uno de los objetivos de este planteamiento es desarrollar las herramientas para determinar en qué grado una argumentación está de acuerdo con las normas de una discusión razonable. Para ello, no abandona el criterio de consistencia lógica, sino que lo complementa con el criterio de consistencia pragmática, que permite evaluar la razonabilidad de los argumentos en función de los contextos de interacción.


Como conclusión general de las diversas perspectivas -filosóficas, psicológicas, pedagógicas, lingüísticas- que se han abocado al estudio de la argumentación aunque con  distintas denominaciones (pensamiento critico, discusión crítica, razón dialógica, etc.), podemos destacar la importancia de la superación de conceptualizaciones centradas en un  sujeto que intenta imponer su postura ante un hecho discutible, en favor de la consideración de una dimensión intersubjetiva que pone el acento en la negociación de puntos de vista, puesto que lo que se prioriza no son las estrategias más eficaces para lograr la adhesión a una postura, sino la resolución de un problema que se entiende como compartido

 

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